¿Usted cree en los milagros? ¿Y en la suerte? ¿Qué me dice del hombre? ¿Cree en él? ¿Cree en nosotros? ¿Cree en usted? Hoy más que nunca les decimos que debemos creer. Creer en nuestra capacidad de transformación, en nuestras intenciones, en nuestros objetivos, en nuestro rol.
La escuela es el punto de encuentro más indiferenciado que existe, donde lo diverso no define sino enriquece. O al menos así debería ser, ¿verdad?.
El sistema educativo agrupa niños y niñas de todas las edades, provenientes de todos los sectores sociales. Aún así, cada vez que se presenta un caso de un estudiante que se sale de lo “normalmente visto” parece estar amenazando a la escuela como institución. Niños con dificultades de aprendizaje o aquellos con altas capacidades intelectuales. Niños que deben trabajar ya que se encuentran sumidos en la pobreza. Niños emocionalmente vulnerados. Niños que se salen de las estructuras mayormente conocidas. Niños que demandan un foco más detallado. Niños que quieren creer que nosotros podremos hacer algo por ellos. Ustedes se estarán preguntando : ¿podremos? Creemos que la verdadera pregunta es: ¿estamos dispuestos a intentarlo?.
La escuela debe mantener un rol informado, consciente y humanizador. Miremos a nuestros estudiantes, sus guardapolvos, y si están sucios y rotos mirémoslo aún más. Miremos sus zapatillas, y si están andrajosas mirémoslas más. Miremos sus caras, y si están cansadas y sin luz mirémoslas más. Miremos su juego, y si no está presente mirémoslo más. Miremos su niñez y si al verlos vemos adultos en cuerpos pequeños, actuemos rápido. Robarle la infancia a un niño tendría que ser el crimen con más condena.
Es nuestra labor como futuros docentes ser un puente hacia el centro de vida del niño,conocer a su familia, sus intereses, su mundo, su propia subjetividad.
Debemos tomar una postura reflexiva acerca de la importancia de valorar y potenciar la esencia e identidad de los niños, sin importar las circunstancias que los rodeen. Con el involucramiento y apoyo adecuados se puede marcar la diferencia en el desarrollo de una persona y en su capacidad para superar las adversidades que puedan presentarse en su camino. Convirtámonos en esos docentes que no solo dejan huellas en la mente de los estudiantes sino también en sus corazones.
Debemos hacerles saber que tienen un lugar tanto dentro del aula como fuera de ella. Tienen un rol y muchísimo para dar dentro de la sociedad, solo necesitan de alguien que los encuentre, que los mire, que les de la mano y los acompañe hacia ese jardín, donde las flores son más lindas y tienen más perfume. Donde ellos sean las flores.
Elaborado por las alumnas Griotti Martina, Violeta Müller, Pomiro Melina y Rodriguez Aldana del seminario “Sujetos de la Educación” a cargo de la docente Analía Pagliano.
REFERENCIAS
Visacovsky, N. (2009). Emilio, el sujeto pedagógico de Jean Jacques Rousseau.
Solá, F., Oporto, M., Sileoni, A., Ameal, J., Odriozola, J., Ruiz, M. C. & Armentano, L. (2001) Escuela, subjetividad y niños en condiciones de desventaja social.
Tuozzo, N. (2023). Una flor en el barro. Star Distribution.