La huerta escolar como estrategia pedagógica.

Teniendo en cuenta los cambios presentes en el sistema educativo actual, se hace necesario idear, implementar e incorporar al currículo, herramientas pedagógicas innovadoras, que otorguen al mismo, flexibilidad, reciprocidad, carácter problematizador y participativo, donde el estudiante pueda vivenciar desde la realidad de su contexto la comprensión de saberes interdisciplinarios de las diferentes áreas de estudio, con el fin de que ejerzan un mayor compromiso y responsabilidad en su labor educativa; permitiendo con ello la convivencia y la reciprocidad del proceso educativo, obligando a orientarse a actividades de transformación de la educación, en búsqueda de mejoras en la transmisión de los saberes y en la apropiación de los mismos (Carrera, Bravo & Marín 2013).

Las huertas escolares se constituyen como recursos didácticos que permiten construir el aprendizaje en contacto directo con la naturaleza, aprendiendo a conocer, hacer y ser.

Es así como se concibe a la huerta escolar como recurso educativo que permite poner en práctica un aprendizaje activo y cooperativo, basado en un proceso de reflexión para dar respuesta a diferentes problemáticas dentro del contexto escolar, siendo ésta una estrategia para desarrollar actitudes y valores encaminados al fortalecimiento de competencias ciudadanas, la conservación y el cuidado del medio ambiente (Domínguez, 2011). 

Asimismo, permiten la enseñanza de múltiples contenidos curriculares e impulsan acciones tendientes a la preservación del ambiente a través de la creación y revalorización de los espacios verdes en las escuelas; y fundamentalmente, colaboran en el desarrollo de valores sociales y éticos que priorizan el cuidado de la vida por el bien común.

 

La escuela tiene el gran desafío de construir una ciudadanía involucrada y comprometida con los temas ambientales. Se trata de formar personas que sean capaces de: 

  • Comprender las dimensiones sociales, económicas, culturales involucradas en las problemáticas actuales. 
  • Conocer el impacto que tienen nuestras acciones sobre el ambiente. 
  • Cuestionar los modelos de producción y consumo, para comenzar a ser parte de un cambio cultural que promueva modelos responsables y sostenibles de alimentación.

Las huertas agroecológicas promueven acciones tendientes a la preservación del ambiente a través de la creación y revalorización de espacios verdes dentro de las instituciones.

A partir de los recursos disponibles y de la reutilización creativa es posible crear una huerta escolar, ya sea sobre una pequeña extensión de tierra, en contenedores o mediante cultivo vertical. De este modo, se incorpora la naturaleza en contextos escolares y se contribuye a incrementar la biodiversidad en zonas urbanas, ya que sus diseños incluyen variedad de plantas: nativas, hortalizas, medicinales y plantas que atraen polinizadores, entre otras, a la vez que se construye una mirada sustentable sobre el ambiente.

Las prácticas agroecológicas tienen amplios beneficios a nivel social y ambiental. Permiten el acceso a alimentos saludables libres de productos fitosanitarios, promueven la producción de hortalizas para consumo personal y revalorizan los mercados locales, mitigando el impacto ambiental provocado por el modelo actual de producción y consumo de alimentos.

 

Razones para crear una huerta escolar.

 

La creación de la misma aporta múltiples beneficios a los estudiantes que participan en la actividad. Algunos de ellos son:

 

Desarrollo de habilidades motrices: llevar adelante la plantación, requiere remover la tierra y utilizar instrumentos con las manos como palas o regaderas.

 

– Trabajo en equipo: requieren que el grupo de estudiantes siga las indicaciones del profesorado y que se coordinen entre ellos para repartir todas las labores que hay que hacer. El trabajo en equipo será una habilidad que utilicen a lo largo de su vida y promoverá, además, valores como el respeto y la igualdad.

 

– Responsabilidad: Cada integrante asumirá una responsabilidad en relación a la huerta y esto les enseñará la importancia de tomar decisiones, asumir las consecuencias de las mismas y actuar con diligencia.

 

– Sostenibilidad: Las huertas escolares pueden ser una forma de enseñar la importancia de la sostenibilidad. Por ejemplo, la elaboración de abono. 

 

– Aprendizaje sobre los alimentos: permite que aprendan las vitaminas que tiene cada fruta o verdura, qué alimentos son más sanos, o cómo elaborar comidas nutritivas con los productos que se cultivan.

 

Contar con un espacio verde ayuda a reducir el estrés y mejora el bienestar. La interacción con la naturaleza y el cuidado de las plantas proporcionan una sensación de logro y satisfacción, especialmente cuando se cosechan los frutos del trabajo realizado, ademas ingerir alimentos cultivados por uno mismo, libres de conservantes, no solo es gratificante sino también saludable. Tal como sostiene Moncada (2017), es una estrategia práctica en la cual los alumnos van mejorando la escucha y la comunicación, permitiendo así desarrollar experiencias cooperativas a la hora de realizar un determinado proceso en la huerta, pues permite la puesta en marcha de razonamientos lógicos, capacidades de indagación y análisis, para dar solución a situaciones problemas propias del contexto.

 

Otro factor fundamental, es que para llevar adelante una huerta no requiere de una gran inversión, tierra, semillas y contenedores son suficientes para empezar. 

 

¡Siempre estamos a tiempo de comenzar! ¿Te animas?

 

Por Agostina Pedrone, Agustina Agodino y Guillermo Castellina.

Espacio curricular: Tecnología en la Producción Agropecuaria.

 

 

Bibliografía

 

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debe acercarse a preceptoría y a administración a informar su baja, ya que los aranceles
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